Me parece muy interesante abrir esta sección con este post, ya que nosotros, por nuestra condición, lo vivimos desde ambos lados. Como profes, nos echamos las manos a la cabeza cada vez que un peque nos aparece con una tarta o chuches en nuestro centro: el suelo y los niños guarreados (no el guarreo habitual y diario, peor) y algún papá que siempre te pone mala cara cuando su niño sale con la bolsita de chuches. Como mamá, no puedo dejar de reconocer que me hace mucha ilusión ese día porque mis llaveritos van súper entusiasmados al cole.
Como ya he comentado, mi peques no son muy chucheros, y tampoco grandes amantes de las tartas, así que hemos tratado de buscar alternativas cada año.
Hay que tener en cuenta que cada vez la cosa se va más de madre, y lo que en mi época ( y eso que no soy tan vieja...jejeje) era un simple reparto de dos o tres caramelos, ahora implica desayuno en clase y algún obsequio para los amigos. Realmente pienso que hay cosas peores en la vida, así que no me apetece pararme a reflexionar si esto se nos está yendo de las manos, ni voy a ser yo la madre defensora que vaya contracorriente... en este caso va a ser que no.
Así pues, para el desayuno de clase intento pensar en el follón de la profe cortando la tarta, repartiéndola en platos, a los niños que se le caen al suelo... en fin... en este caso, hemos llevado desde un bizcocho de naranja ya cortado y para comer directamente con las manos, hasta unas galletas de mantequilla hechas por nosotros o un gusano de mini donuts que ha sido todo un éxito.
Para el detalllito de los compis, ha dependido cada año del tiempo con el que he contado, y hemos llevado desde bolsitas de dulces navideños, hasta fofulápices, marionetas de dedos...
Tanto en un caso como en el otro hemos tratado de que sea lo más casero posible. Ha habido veces que sí y otras que no, pero aunque sea la presentación la hemos elaborado juntos la noche anterior y... ¡vaya ilusión!.
A continuación os pongo fotos y elaboración de algunos.